jueves, 14 de febrero de 2013

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La cena

La noche Buena de 2011 cumplía Rosana ochenta años, y a sus hijos y nietos les pareció un buen momento para sorprenderla. Para ello idearon una puesta en escena a la antigua usanza. Condición indispensable era ataviarse según la época representada. La cena tuvo lugar en torno a una mesa camilla vestida con falda de paño y coronada con un antiguo mantel – recuerdo de la bisabuela- La vajilla a utilizar había sido decorada por artesanos moriscos y así hasta completar un plagio perfecto de tiempos remotos. Después de los postres, como si de un viaje en el túnel del tiempo se tratara, comenzaron a hablar de cosas que Rosana tenía completamente olvidadas, pero que afluyeron a su memoria de inmediato. Preguntó cómo conocían el contenido de esas veladas, puesto que ella, el único testigo, jamás lo había revelado. Fue entonces cuando su nieta le hizo entrega de un objeto envuelto en un rústico papel, en su interior… un libro. Aquel libro fue escrito por un antiguo viajero que vino a su tierra atraído por aquellos cuentos que se decían en torno a la mesa camilla de los abuelos. Sin dejar pasar un minuto Rosana se entregó a la lectura, no podía dejar de leer, allí estaba reflejada la larga y silenciosa noche de su infancia.
 
 
 
 
 
 
 
 



 

 

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