viernes, 24 de agosto de 2012

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El insomnio


El insomnio

Se despertó sobresaltada creyendo que había dormido muchas horas seguidas, tal era su certeza que ni siquiera   miró el reloj; sin duda llegaría tarde al trabajo. A toda prisa combinaba su aseo y puesta a punto para salir de casa con un frugal desayuno. Casi de manera autómata echó una ojeada al reloj, y, cuál fue su   sorpresa al comprobar que faltaban aún unas cuantas horas para salir de casa. De repente recordó que tenía pendiente un trabajo literario en cuyo contenido había dos frases pertenecientes a un afamado escritor. Durante toda la semana se enfrentó en numerosas ocasiones al mencionado trabajo, pero fue incapaz de escribir una sola línea. Empezó a sentir impotencia, y esa sensación la conducía al desánimo. Se preguntaba qué era lo que le impedía crear un relato a partir de las premisas dadas. ¿Podría ser el hecho de que pertenecieran a un gran escritor?,  ¿tal vez su pertinaz resistencia a la obediencia sin más?, ¿a caso su incapacidad creadora? ¿Podría estar la respuesta en un especial bajo estado de ánimo? Fuese lo que fuese, le producía un gran desasosiego. Su ansiedad iba en aumento mientras la duda crecía. El insomnio parecía haber llegado para quedarse, y en su transcurrir ella se preguntaba una y otra vez por qué alguien escribe: “La ropa se seca al sol, y, Los plátanos se pudren en el traspatio”?

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