domingo, 19 de agosto de 2012

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El jardín


      Había tenido varias jornadas agotadoras y aquella noche caí en un sueño profundo, después de no sé cuánto tiempo, me despertó un ruido persistente. Me costó trabajo llegar hasta el lavabo con el fin, más que nada, de usar el agua como despertador. Cuando creí estar despierta, abrí el ventanal que me permitía contemplar el jardín; su visión serenaba mi espíritu, por lo general bastante agitado. De repente…, no, no puede ser. Aquel perfecto rectángulo delimitado por el seto que custodiaba mis plantas y flores favoritas, salpicado con los árboles traídos de paisajes lejanos, se había transformado en una especie de alfombra color naranja; y para mayor desconcierto, un ser diminuto armado con un artilugio cortante, se afanaba en hacer un extraño dibujo sobre ella.

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